martes, 31 de diciembre de 2013

006. Del porque no presto mis libros… (De la última noche del año)




Hola feliz noche de San Silvestre, o víspera de año nuevo… hoy les voy a contar de una de las tradiciones de mi noche vieja, la cual consiste en leer un libro muy especial para mí, se llama El ponche de los deseos (Der Satanarchäolügenialkohöllische Wunderschpunsch… en su idioma original… sin comentarios) de Michael Ende, el mismo autor que todos conocen por La Historia Interminable o La Historia Sin Fin (aunque sea solo porque en su niñez vieron las películas), este libro de género fantástico narra la historia de un mago llamado Belcebú Sarcasmo y su tía una bruja llamada Tirania Vampir,  y de sus respectivas mascotas un gato, Maurizio Di Mauro, y Jacobo Osadias, un cuervo, el mago y la bruja al tener un pacto con el diablo y no haber cumplido con las cláusulas contractuales en el lapso de un año (desde contaminar ríos hasta extinguir especies de animales) serán secuestrados al dar la medianoche, lo fantástico empieza cuando deciden crear en conjunto un ponche mágico, el ponche Genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso el cual tiene la propiedad de cumplir todos los deseos que uno pida pero solo funcionara durante la noche de San Silvestre la última noche del año y la que se encuentra exactamente a la mitad entre las 12 noches que hay entre la navidad y día de Reyes, lo que la hace la noche más mágica del año, los deseos se tienen que decir al revés, así si uno quiere enfermedad desea salud, si lo que quiere es pobreza debe desear riqueza y esta propiedad se termina con la primera campana de la medianoche si queda aunque sea una gota del ponche mágico en la ponchera, ah y claro que sería de estos dos villanos si no hubiera héroes también, ahí es donde entran el gato y el cuervo; los cuales son espías del consejo de animales y harán hasta lo imposible por detener este malvado plan…




Bueno esa es la trama general, ese libro lo leí cuando estaba en segundo de secundaria, entonces mi profesor de español había creado un club de lectura y entre muchos otros leí ese libro, es un libro muy ligero de leer y cada capítulo está marcado como una hora del reloj de tal forma que sabemos que tan cerca estamos de la medianoche, bueno pues después de leer este libro el cual me encanto lo busque y mi madre me lo compro, y aquí es donde explico el título de esta publicación, el libro se convirtió en uno de mis favoritos, y un día mientras viajaba en el autobús al salir de la escuela una muchacha me hizo platica, me pregunto por ese libro que leía y en un acto sin explicaciones y a pesar de nunca haber visto a esta persona en mi vida hice algo que hasta la fecha no entiendo, le preste mi libro, claro ella me dio su dirección y su teléfono… pero eso no importo nunca la pude localizar y mi libro se perdió… un par de meses después mi madre me lo volvió a comprar junto con el de la historia sin fin, pero mientras estaba estudiando en el seminario (si, estuve en el seminario) me los lleve ahí y me los pidieron prestados y después me los robaron… una vez más me lo compro mi madre ahora ya muy molesta y amenazándome con que no me volvería a comprar nada más si lo perdía, pues ese se desapareció de mi casa, no sé a quién se lo preste pero el libro nunca regreso… con tan mala suerte que el libro ahora descatalogado ya no lo pude conseguir en ninguna librería, triste y derrotado me tuve que hacer a la idea hasta que una noche de junio del año pasado soñé que iba a un bazar de libros usados que suelo frecuentar preguntaba por el título del libro sin suerte y mientras revisaba los estantes en el fondo ahí estaba inclinado, preguntaba el precio y me decían que 20.00 pesos mexicanos (nuevo me llego a costar más de 100.00) lo curioso es que al despertarme fui al bazar y sin preguntar me dirigí al lugar de mi sueño y ahí estaba y me costó exactamente lo mismo, con tanta suerte que mientras veía otros títulos lo volví a encontrar así que compre esta vez dos… pero como parece que no entiendo alguien en el transcurso de este año me lo pidió prestado y pues ahora tristemente lo he dado por perdido… aun me queda uno… me sentare a leerlo tranquilamente a esperar que llegue el fin de año… y con la esperanza y la firme convicción que mi propósito de año nuevo sea una vez mas no volver a prestar mis libros…



domingo, 29 de diciembre de 2013

005. Del porque sigo siendo un niño…

Había una vez… ok no… bueno en realidad si… yo soy de esos niños que creció con Disney… y hasta la fecha sigo creciendo con Disney… me sé todas las canciones de todas las películas… las tengo… las veo una y otra vez y canto… sé el nombre del papá de Aurora, de las hermanas de Ariel, de las musas de Hércules, de los ratones de Cenicienta, de las gárgolas de Quasimodo, sé que los malos se visten con pieles de cachorros, se convierten en dragones morados (aunque las reglas que ellos mismos pusieron las prohíban) y llaman a sus secuaces estúpidos imbéciles cuando buscan durante 16 años a un bebé… soy de esos niños que cree que toda maldición se rompe con un beso de amor verdadero, que el bien siempre triunfa contra el mal y que lo mejor para una buena trama es ir seguida de una buena canción, por eso sigo siendo niño…


Y como un buen niño que soy me fui a ver FROZEN… y si… la AME… reí con sus bromas, llore con sus tragedias, me angustie con sus problemas, me asombre con su magia, me enoje con sus traiciones, gocé de sus canciones y disfrute su final feliz… si porque a eso voy a ver una película de Disney a disfrutar su final feliz… debo admitir que también salí de ahí con sus moralejas, con esos valores que siguen enseñando los cuentos de hadas y cantando Y si hacemos un muñeco…, porque cuando eres un niño que te importa lo que digan las feministas sobre que las princesas son mala influencia, lo que te importa es saber que por una hora y media los problemas en tu casa, los apuros en la escuela y los malos ratos no existen… en la que existe la magia y el amor y la bondad y la hermandad y que todos tenemos derecho a ese vivieron felices para siempre…





Mis amigos me conocen, saben que no me gusta beber y detesto el cigarro, que son cosas que no haré solo para encajar, para gustarle a los demás o para pertenecer a un grupo, soy un niño de 25 que prefiere pasar una tarde jugando juegos de mesa, que se gasta su dinero en juguetes, que hablando de juguetes les contare una anécdota cuando tenía 8 años vi Hércules, una de mis películas de Disney favorita, (amo sus canciones estilo góspel) y un día andaba en el súper de compras con mi mamá y estaba en la zona de juguetes (hasta la fecha si andan de compras conmigo y me pierden saben que me encontraran en uno de tres pasillos: de juguetes, de libros o de películas) y como cada vez que sale una película infantil había toda clase de juguetes de Hércules… y tropecé con una pareja joven no se máximo tendrían 30 años y llevaban en su carrito de compras varios juguetes y yo extrañado pregunte son para sus hijos… se miraron mutuamente se sonrieron y me dijeron; no, son para nosotros… hace pocos días andaba en el súper comprando juguetes y me hicieron la misma pregunta y con una sonrisa en los labios conteste lo mismo… los juguetes son para mi… pero si les digo soy ese niño que prefiere sentarse a leer cuentos y libros infantiles antes que a Marx, que prefiere las películas de Disney antes de películas independientes aclamadas por la crítica… y me pregunto ¿Qué de malo hay con eso? Y ¿no sería mejor si todos en nuestros corazones siguiéramos siendo niños?